Los frías ventiscas del encanto marchitan, con una demoníaca melodía los pétalos llenos del antiquísimo fulgor de encanto, de pasión, de amor...
El rocío yace sobre los restos del cadáver espiritual que otrora fuera, la luz de la existencia misma...
La mañana, deslumbra los traslúcidos retos moribundos, confiando en que estos alimentarán, una nueva vida, una nueva esperanza, una nueva oportunidad para vivir...
Como un ciclo...
Se renueva la vida dentro de cada uno de nosotros...
Se renueva el estímulo, la esencia, la mortalidad propiamente escrita...
Se renueva el amor...
Se renueva mi ser...
El atardecer esconderá las míseras cenizas de la humeante y caída fascinación...
Se llevará consigo las vacilantes, y tan cambiantes etapas de desencadenada locura, desenfreno, sufrimiento y entrega...
La noche, se encargará de hacer renacer el encanto que aun ahí, adentro...
Espera a ser desatado de nuevo...
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